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Hasta mañana Nenuca
Hasta mañana Nenuca
Cosas que (nos) pasan
por Leandro Scasso Burghi
Doña Olga vuelve haciendo un recuento. Con Verónica seguimos el tejido de las palabras, atentos a reflexiones que son, como Mamá acostumbra, introspectivas y enunciadas a la vez.
Desde el frecuentado archivo de la memoria de sus 93 años va tomando rostros, dichos y actitudes. Con voz que se quiebra por momentos nombra amigas que atesora y a las que ha debido dejar ir. Cada nombre de la corta lista es un disparador de nuestros propios recuerdos. Los dice y los repite como entonando un cántico, en un himno de conmemoración vital.
La escuchamos sin intervenir, a sabiendas que habla con nosotros y consigo misma. Lo hace desde el asiento de atrás del coche que manejo llevándola de vuelta a su casa, por ese Camino Lussich que recorre hoy como tantas otras veces antes. Nos detenemos en el semáforo. Las peras en exposición en el puesto son el punto de partida de un comentario, con la intromisión de la cotidianidad desprovista de la trascendencia y del peso emocional del interrumpido monólogo que retomará en unos instantes.
Unos minutos y algunos cientos de metros atrás, juntos y del brazo hemos señalado una nueva parada en la se detendrá en las próximas recorridas con una flor, un rezo, un pensamiento y un recuerdo. Otros nombres conocidos le servirán de referencia para ubicar el lugar, en una ruta de peregrinaje que se ha hecho más nutrida e intrincada con los años.
Las estrofas de una canción de Fito Páez: “Hay recuerdos que no voy a borrar / personas que no voy a olvidar”, suenan en mi cabeza. Ojalá el dominio de la memoria fuera resorte de la voluntad y que para recordar fuera suficiente proponérselo, pienso sin decirlo. O también olvidar, anoto siempre en silencio. El autor enmendará esa pretenciosa afirmación rimada, con una de más factible cumplimiento: “(hay) personas que me quiero llevar”.
En Doña Olga y en otros más, seguirás volviendo a nuestras conversaciones y pensamientos. Te evoco en imágenes, en bicicleta bajando a la playa, en palabras, cuando a fines de los 80 te preguntabas por un cambio en la Educación a partir de la introducción de la Informática. Te rememoro en tus crónicas, muy especial en la consideración familiar la que hiciste a todo color sobre mi pasajera y sus vivencias. Te encuentro en tus investigaciones sobre los molinos locales, en tu fervorosa adhesión a la causa de vincular los dos sitios de tus amores distantes en el mapa, Maldonado y Canarias. Te agradezco la entrañable relación que cultivaste con Doña Olga a partir del tiempo, de una vida, que compartió con Angelita en la calle Ituzaingó.
Te despido con un hasta mañana, cuando retornarás en un cuento de la abuela Olga a sus nietos y bisnietos, traída por un recuerdo asociado a un gesto, a un gusto, a un nombre. Por esos muchos mañanas en los que rondarás por las memorias de quienes, sin imponérselo, te recordaremos por el gusto de haberte conocido y de tenerte nuevamente. Entonces estarás otra vez bajo el parral en el patio de Doña Olga, compartiendo una noche de verano, en una mesa larga de celebración de la vida.
Así voy pensando hasta que dejo a Mamá en su casa, con un beso y un hasta mañana y me dispongo a escribirte un cuento de las cosas que nos pasan.
Hasta mañana Nenuca. Y gracias por todo.
Leandro Scasso Burghi
www.scasso.uy
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Marzo 2015
Edición Mar 2015 Nº 95 100%Interés Público